‘Lobola’, la dote a la familia de la novia

Nunca había oído hablar de la ‘lobola’, una tradición similar a la de la ‘dote’, pero que consiste en justamente lo contrario: la ‘lobola’ la pagan los familiares del novio a la familia de la novia. Es una práctica ancestral que todavía hoy se sigue practicando, al menos en Sudáfrica.

A mediados de diciembre conocía a Nomsa en una peluquería. Empezamos a hablar de todo un poco y era justo unos días antes de que viniera Rubén, así que le estuve contando que en Madrid vivíamos juntos pero que no estábamos casados, que yo me había venido aquí con una beca… Entonces ella me dijo que también tenía novio y que se iba a casar con él, pero que estaba nerviosa porque todavía no sabía las fechas ni nada, ya que sus respectivas familias estaban negociando la ‘lobola’.

'Lobola', la dote a la familia de la novia
Pintura realizada por el artista sudafricano Sibisi. Entre los elementos del cuadro se puede ver la vaca, abajo, ya que era con ganado con lo que se pagaba antiguamente

Cuando volví a casa estuve buscando por Internet sobre la ‘lobola’ y parece ser que consiste en una serie de negociaciones extremadamente formales y protocolarias, en las que las familias se comunican por carta -aunque se conozcan del barrio de toda la vida- hasta que se llega a un acuerdo; una vez conseguido, se produce un encuentro formal entre ambas familias. Se reúnen alrededor de una mesa con una botella en medio, y cuando todo está acordado, se abre y se brinda con ella.

Pensé que esta forma de actuar sería así en el pasado, que ahora habrían cambiado las cosas, pero resulta que ayer me volví a encontrar a Nomsa y me dijo que ya no estaba nerviosa, porque ya se había solucionado la ‘lobola’, sólo quedaban algunos flecos, así que ya podía empezar con los preparativos. Es decir, un mes de negociaciones y todavía quedan ‘unos preparativos’.

Lo más sorprendente es que Nomsa y su familia no son ‘gente de pueblo’. Viven en Johannesburgo, han estudiado -ella es esteticista y su novio fue a la Universidad- y se nota que han viajado. A pesar de ello, la tradición se sigue manteniendo.

Según lo que leí sobre la ‘lobola’, en teoría no debería ser una manera de enriquecimiento para la familia de la novia ni tener consecuencias negativas para la futura mujer, sino que al final ese dinero repercute en la joven pareja, y los padres les ayudan a construir la casa, comprar muebles…

Pero las versiones difieren.

En algunas ocasiones, el novio considera que ya ‘ha pagado’ el precio por su mujer, con lo que ésta pasa a convertirse en un ‘objeto’ de su propiedad. Igualmente puede haber problemas en el caso de que el marido no se sienta ‘conforme’ con su mujer. Así, en una página web sobre turismo en KwaZulu-Natal(la tierra de los zulúes, una de las culturas que practican el ‘lobola’) dice literalmente: «Si la mujer fuera deficiente en algún sentido, se espera que el padre de la novia la sustituya de algún modo o devuelva parte o todo el ganado -hoy en día dinero-.

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Portada del libro ‘Lobola. Sus implicaciones para los derechos reproductivos de las mujeres’.

En el libro ‘Lobola: It’s Implications for Women’s Reproductive Rights’, escrito por Sara Mvududu se explica cómo «casi sin excepción, la práctica de pagar por la novia tiene como resultado que la mujer se convierta no sólo en propiedad de su marido, sino de toda su familia». En su estudio, Mvududu concluye que esta situación impacta negativamente en los derechos reproductivos de la mujer, quien «se convierte en una máquina de hacer niños».

Por otra parte, hay quienes defienden este sistema, asimilándolo a los ‘contratos pre-matrimoniales’ que se firman en otros lugares del mundo. De hecho, en 2004, la compañía African Innovation diseñó un una especie de contrato, llamado ‘Magadi Contract’, que es un «documento legal para una nueva generación de africanos que no quiere perder sus costumbres, pero desde una posición segura». Según uno de los creadores de la idea, se trata de «restaurar nuestra cultura. El concepto del ‘precio de la novia’ no se refiere a comprar una esposa, sino a construir una buena relación entre dos familias».

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