Licinio Azevedo: “Prefiero ver la película como un drama humano, no como una cuestión política”.

Entrevista a Licinio Azevedo

Licinio Azevedo: “Prefiero ver la película como un drama humano, no como una cuestión política”.
El director de cine Lilcino Azevedo, de origen brasileño, reside en Mozambique desde 1975 y allí ha realizdo algunas de sus mejores películas y documentales. En la imagen, durante su presencia en el Festival de Cine Africano de Córdoba en 2012. Foto: Aurora M. Alcojor

Tras 35 años dedicándose principalmente al documental, Licinio Azevedo (Porto Alegre, Brasil, 1951) se lanza por segunda vez al largometraje de ficción y presenta la película Virgin Margarida, que ha logrado congeniar con el público cordobés. Una ficción basada en hechos reales y probados y que todavía no se ha estrenado en Mozambique. “No sé cómo se recibirá allí, puede que no le guste al Gobierno. De todos modos, yo prefiero verlo como una película sobre un drama humano, no una cuestión política”.

Las reticencias del autor son comprensibles, pues la película cuestiona algunos de los métodos del primer gobierno revolucionario tras la Independencia. Un gobierno y unas ideas con las que él mismo, afirma, estaba de acuerdo, hasta que empezó a ver que en muchos casos terminaban siendo arbitrarias y no funcionan como debían. En Virgen Margarida, Azevedo vuelve a esos primeros años de independencia y retrata los llamados “campos de reeducación” para prostitutas.

¿Cómo descubrió la historia de estos centros?

Hace ya mucho tiempo, el fotógrafo Ricardo Rangel, que falleció hace dos años y era muy conocido en Mozambique, me enseñó una fotografía en la que aparecía una prostituta, agarrada por dos militares. Ricardo la había titulado “La última prostituta” y a raíz de la fotografía yo me puse a investigar sobre esa historia.

Recuerdo de sus años como periodista.

Pues sí, de hecho lo primero que pensé fue en hacer un documental. Y de ahí surgió «La última prostituta», un documental clásico, con entrevistas y mucha documentación. Fue después cuando decidí convertirlo en película.

La mayoría de las actrices que aparecen en la película no son profesionales, ¿cómo ha sido trabajar con ellas?

Para mí ha sido facilísimo. Siempre doy muchas facilidades a la hora de rodar, incluso para los diálogos. A veces me decían, “esto nunca lo diríamos así” y cambiábamos el guión para que fuera más natural. La única de las intérpretes que sí es profesional es la que hace el papel de comandante María Joȃ̴o, que es estudiante de teatro. Eso le da mayor seguridad, pero tampoco me gusta mucho utilizar actores de teatro, porque creo que es otro registro, distinto al del cine.

La comandante es, por cierto, la única que cree en este proceso de ‘reeducación’.

Sí, es una de las cosas que más me interesaba contar. El proceso inverso que se da gracias a la relación entre las prostitutas y las militares. Al final, es la comandante la que deja de lado su lenguaje revolucionario para utilizar el de las chicas, revelándose ella misma contra el sistema de reducación cuando se da cuenta de que no está funcionando.

Lleva 35 años en Mozambique pero es originario de Brasil, ¿por qué decidió instalarse en el país africano?

Yo trabajaba como periodista en Brasil, pero eran los años de la dictadura y toda estaba censurado. Durante años leí los teletipos de las agencias sobre los procesos revolucionarios en toda África, pero nunca podíamos escribir nada. Cuando por fin llegó la independencia, quise conocer lo que estaban haciendo nuestros hermanos africanos. Primero fui a Guinea Bissau y luego me invitaron a trabajar en el Instituto Nacional de Cinematografía de Mozambique, me instalé en Maputo, y allí me quedé.

¿Cómo es hoy en día el tejido productivo audiovisual en Mozambique?

Lamentablemente, apenas existe. En Mozambique siempre se han hecho muchos más trabajos documentales que de ficción, debido a los muchos años de guerra, y todavía hoy sigue siendo así. Hay algunas coproducciones con Sudáfrica y otras cuantas con la Unión Europea, pero muy pocas todavía, y menos aún que se puedan considerar producciones propias.

**Artículo publicado originalmente en la revista Africa Scientia

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