Viaje al centro (II)

La combi nos dejó en una calle en la que había decenas, centenares de otras furgonetillas por allí aparcadas. Era justo enfrente de Park Station, que tiene un aparcamiento especial para combis. Pero son tantas las que hay, que la mayoría tienen su parada ‘estipulada’ en un lugar de la calle.

Viaje al centro (II) [En la foto, la estación tiene bastante mejor pinta que en la realidad.]

Nos bajamos y empezamos a caminar por Hillbrow, el barrio más céntrico de Johannesburgo y en su día un lugar al que acudía toda la ciudad a pasar el domingo, tal y como vamos nosotros hoy a Sol.

Viaje al centro (II) [Esta foto y las siguientes son del blog The Death of Johannesburg, un sitio claramente pesimista sobre la ciudad].

Por la noche este barrio está literalmente desierto, como la mayor parte del centro, pero por el día es un hervidero de gente. A ambos lados de las calles se acumulan los puestecitos de gente vendiendo cosas, cualquier cosa, desde lo más peregrino hasta lo más útil que se te pueda ocurrir.

Pero de entre todos, lo que más hay son puestos de fruta. Generalmente son mujeres las que tienen el puesto y las frutas están perfectamente ordenadas. Como no tienen balanza, lo que suelen hacer es ponerlas en platos, de tal manera que cada plato cuesta 5 rands. Plátamos, kiwis, melocotones, mangos.. puedes comprar de todo. Nosotros nos hicimos con nuestro platito de ciruelas, que la mujer nos puso en una bolsa, y nos lavó una para probarla.

Las calles están llenas de basura por todos lados, pero la mujer se indignó cuando estuve a punto de lavar la ciruela en medio de la acera. Me cogió de un brazo y me llevó a un ladito, a una especie de desconchón que había en la acera, para que el agua cayera ahí.

Viaje al centro (II)


Algunos puestos tienen muy buena pinta, pero otros son lamentables. Recuerdo especialmente uno que sólo vendía plátanos, todos negros, y otra que tenía sobre una caja de cartón tres pescados enormes, que parecían merluza o algo así, con pinta de llevar allí tres días. Estos, creo, son ‘vendedores’ no habituales. Un día, dios sabe cómo, consiguen ésta u otra mercancía, y se plantan en la calle a ver si pueden venderla.

Entre todo esto, nos encontramos con un ring, sí, sí, un ring de boxeo. Estaba en una esquina, en lo que parecía el solar de un edificio que hubieran demolido. Alrededor, vallas y alambres con pinchos, muy comunes en Joburg. No sé si será una reliquia del pasado o se seguirá utilizando en la actualidad ni cómo a nadie se le ocurriría ponerlo ahí.

Aparte de la suciedad de las calles, lo que más destaca de esta zona es el abandono de los edificios. Todos están literalmente negros, sin cristales, con grietas, la pintura desconchada o con ‘remiendos’ de distintos colores. En algunas terrazas había ropa tendida, pero muchísima ropa. Toda la terraza con muchas cuerdas llenas de ropa. Supongo que en cada casa vive más de una y de dos familias.

Viaje al centro (II) En el centro hay, dicen, muchos inmigrantes de todo el continente. EStán los nigerianos, a los que todo el mundo califica de ‘mafiosos’ y, desde hace ya unos años, los zimbabuenses. Se calcula que en total hay 3 millones de refugiados de Zimbabwe en Sudáfrica. Pero además hay gente de Mozambique, de Congo, de Angola, de Lesotho, de Swazilandia…

Muchos vienen a trabajar en las minas y, cuando se quedan sin empleo, deciden quedarse a vivir aquí porque, aunque no no hay educación ni sanidad gratuita para todos los sudafricanos, -y menos para los extranjeros-, que el gobierno está obligado por la Constitución a dar asilo y alojamiento a todo aquel que se encuentre en el país.

 

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